En tu visita a Guatemala, no puedes dejar fuera al Volcán Pacaya y poner a prueba tu condición.
Disfruta de un hermoso paisaje y una experiencia llena de adrenalina, aquí te cuento todo sobre este destino.
¿Por qué visitar el Volcán Pacaya?
National Geografic, incluyó en el 2014 al Parque Nacional Volcán de Pacaya, dentro de su lista de destinos de los senderos más emocionantes del planeta.
Ubicado en el Municipio de San Vicente Pacaya, a 32 kilómetros de la Ciudad de Guatemala, Pacaya es un volcán ideal para los excursionistas y viajeros principiantes, gracias a su fácil acceso y hermosas vistas.
Es uno de los 3 volcanes activos del país, está ubicado al sur de la Ciudad de Guatemala y posee un fácil acceso con una altura de 2552 msnm. Durante más de 50 años, el volcán ha mantenido una fase eruptiva moderada que ha producido erupciones frecuentes e impresionantes; con un promedio de una erupción fuerte cada año y señales de actividad todos los días de la semana.
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¿Cómo llegar al Volcán Pacaya?
Recomiendo tomar un tour desde Antigua o Guatemala, las agencias ofrecen esta experiencia por 125 quetzales aproximadamente que incluye el transporte y guía. Normalmente manejan dos horarios diferentes, siendo el de 2 pm a 8 pm el más popular, para poder ver el atardecer.
La entrada para extranjeros es de 100 quetzales.
Tras hora y media de camino, las vans llegan al área conocida como La Meseta, dónde inicia el trayecto a pie, es importante mencionar que NO está permitido el acceso al cráter y que siempre se debe ir con un guía.
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La experiencia de subir el Volcán Pacaya
Para mayor comodidad, puedes rentar «palos» que te ayudarán a tener mayor equilibrio por 10 quetzales o subir en caballo por 50 quetzales pero nada como escalar el volcán por mérito propio. Son 3 km de camino en ascenso.
Durante todo el trayecto podrás disfrutar de vistas panorámicas maravillosas y un entorno rico en historia eruptiva y recursos naturales.
Poco a poco la temperatura desciende y el atardecer roza lentamente la cima. Además, en el tour se suelen comer malvaviscos y platicar en grupo sobre esta increíble experiencia.
Sin duda, ha sido algo inolvidable y un recuerdo permanente en mis travesías… ¡tienes que vivirlo!
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